Película Escape Room: Sin salida (2019) - De la inmersión física a la audiovisual
Escape Room: una pasión por el peligro
La atracción hacia el peligro y la muerte es uno de los temas más recurrentes del cine a lo largo del tiempo. Puede que forme parte de una necesidad humana de ver sufrir a personajes ficticios para poder exorcizar, quién sabe, algunos sentimientos que todos llevamos dentro. Es posible que este sea uno de los motivos que hayan catapultado al éxito actividades sociales como los escape room. En ellas, un grupo de personas viven en sus propias carnes situaciones, a veces, totalmente inmersivas que levantan dosis de adrenalina y te hacen preocupar por tu propio bienestar a pesar de saber que se trata todo de una gran mentida. Como Hollywood tiene puesto siempre su mirilla hacia cualquier moda con la que poder ganar dinero, no tardaron mucho en llevar dicha actividad al cine."Escape Room: Sin salida", con una correcta dirección de Adam Robitel, es el nombre que se ha decidido poner a un título que bien se puede catalogar como un simple drama de supervivencia. En él, sus personajes deberán luchar contras las pruebas, y contra sus propios demonios internos, para poder superar unos puzzles presuntamente inocentes, pero realmente mortales.
Correcta pero falta de originalidad
Ahí radica la mayor virtud y el principal problema de la película. Pues es en la repetición de esquemas que la película funciona bien a pesar de su falta de originalidad. Aunque las pruebas tienen un toque de ingenio, sobretodo el capítulo de la habitación del revés, uno puede imaginarse de entrada como se desarrollará toda la historia. Si a caso, lo único que sorprende de verdad, y no necesariamente para bien, es un desenlace tan ansioso de crear franquicia que cae en una grandilocuencia bochornosa que casi destroza la finalidad humilde del resto de metraje: hacer pasar un mal rato al espectador. Cosa que, a pesar de todo lo comentado, lo consigue casi sin esforzarse.